«SIN UNA FE COMÚN… PUEDE CAER EN LA DISPERSIÓN Y EL CISMA»
Cardenal
Sarah: «Hoy hay un grave riesgo de fragmentación en la Iglesia»
La
Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada ha entrevistado al Cardenal
Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina
de los Sacramentos. El purpurado aborda la situación de la Iglesia en África y
en todo el mundo.
En los
últimos meses se ha llevado a cabo una gran reflexión en la Iglesia sobre el
aporte de África en su desarrollo universal, en particular con motivo del
Congreso teológico celebrado en Roma durante el mes de marzo. En este
contexto, la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada entrevistó al
Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, y uno de los referentes de la Iglesia en África,
por ser oriundo de Ghana y uno de los purpurados africanos con mayor relevancia
en la Santa Sede.
Al ser
cuestionado sobre la relación entre la Iglesia africana y la Iglesia universal,
el purpurado aclaró que no existe una división de esa naturaleza, ya que todos
los creyentes pertenecen a una única Iglesia universal, «Su pregunta hace
parecer como si la eclesiología dependiera de una comunión entre las Iglesias, y
en esto está en lo correcto», explicó. «Sin embargo, necesitamos recordar que la
Iglesia universal no es una especie de federación de iglesias locales. La
Iglesia universal es simbolizada y representada por la Iglesia de Roma, con el
Papa a su cabeza, el sucesor de San Pedro y cabeza del Colegio Apostólico».
«Sin una fe
en común, la Iglesia es amenazada por la confusión y entonces, progresivamente,
puede caer en la dispersión y el cisma», alertó el Card. Sarah. «Hoy hay un
grave riesgo de fragmentación en la Iglesia, de romper el Cuerpo Místico de
Cristo al insistir en las identidades nacionales de las Iglesias y, por tanto,
en su capacidad de decidir por ellas mismas, sobre todo en el dominio crucial de
la doctrina y la moral».
Sobre la
contribución de la Iglesia en África, el purpurado destacó el nuevo papel de las
comunidades, en línea con la Carta a los Efesios: «Así pues, ya no sois extraños
ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios». Si bien
la Iglesia en el Norte de África es antigua, en el África Subsahariana se siente
hija de la Iglesia de Occidente y aún depende de su apoyo y su testimonio. «Por
su parte, la Iglesia que está en África puede humildemente ofrecer a Occidente
las maravillas que Dios ha obrado en ella a través del Espíritu Santo y las
dificultades que Jesús continúa soportando en los sufrimientos y necesidades
materiales de sus fieles», indicó el Cardenal.
Entre los
desafíos más graves para la Iglesia en África, el Prefecto identificó las
enfermedades, guerras, hambrunas y otras crisis materiales, así como la
influencia de ideologías extranjeras como el comunismo y la ideología de género.
«África se ha convertido en el basurero para productos de contracepción, de
armas de destrucción masiva», lamentó el purpurado, quien también rechazó la
explotación de los recursos locales en beneficio de otros países que se
aprovechan de las carencias educativas y tecnológicas.
Sobre la
amenaza terrorista de grupos radicales, el prefecto aclaró que no es sólo una
amenaza para África, sino para el mundo entero. «De hecho es, sobre todo, una
amenaza a las sociedades del continente europeo que, demasiado frecuentemente,
no tienen una identidad cierta o una religión», alertó. «Todos los que niegan
los valores de su propia tradición, cultura y religión están condenados a
desaparecer, porque han perdido su motivación, toda su energía e incluso su
voluntad de defender su propia identidad».
Gaudium
Press