BEATO JAVIER LUIS BANDRÉS JIMÉNEZ

Nació en "Casa Valerico", frente a las "Arcadas", en Sangüesa, Navarra, el 1 de diciembre de 1912, el sexto de los ocho hermanos hijos de Marcelino y Felisa. Su padre tenía un hermano claretiano en Colombia: el P. Vidal Bandrés. La hermana del Mártir, Sor Segunda, Hija de la Caridad, vive en la Residencia de "Betania", donde está también internada su otra hermana María del Carmen, y nos da recuerdos de la infancia de Javier Luis. Toda la familia era muy cristiana. El padre, Marcelino, solía decir que si Dios daba a todos sus hijos vocación, él gustosamente se los entregaba. Fue monaguillo de otro tío sacerdote, D. Esteban, hermano de su madre, y muy dado a las cosas de la iglesia. Se levantaba a las seis, fuese invierno o verano. Jugaba con altares y capillas en su pueblo. Logró que su madre, Doña Felisa, le hiciese una casullita de hule. Celebraba misas con sermón en su casa, y organizaba procesiones con los chicos. Para solemnizar la fiestas necesitaba campanas: se procuró algunos cencerros y los colgó en la barandilla de la escalera. Y con ellas llamaba a todos los "oficios". Para dar la comunión hacía que le compraran barquillos, y como a sus hermanas les gustaban mucho, él repetía varias veces al día el "sagrado reparto".

"Recuerdo que mi madre me ponía junto a sí; y con las ardientes palabras que le inspiraba su amor al Divino Prisionero del altar, meditaba las oraciones de preparación y acción de gracias para la sagrada comunión".

Javier Luis era un chico movido, travieso, encantador y noble. Él mismo escribiría más tarde: "Se conoce que yo era un tarambana y un travieso rematado al que gustaban las pendencias con los chicos del barrio. Porque siempre llevaba en las rodillas señales de mis travesuras". Inventaba juegos, casi siempre con algún inconveniente. Se llevaba a la huerta la "perrica" y hacía que le "encorriera" a él y a sus hermanas alrededor de las plantaciones de alubias. Luego, claro, su padre encontraba pisadas las parcelas. Su padre solía hablar de su hermano claretiano de Colombia. Estas conversaciones, que Javier seguía con interés y curiosidad, lograron hacer saltar la chispa de su vocación. "Madre le dijo un día Javier yo quiero ser de los que van a predicar por el mundo". Y así se decidió ir al Seminario Claretiano de Alagón, Zaragoza. Luego pasó a Cervera. Profesó en Vic, Barcelona, el 15 de agosto de 1930. El 18 del mismo mes llegaba al Seminario de Solsona, para cursar filosofía. En Cervera terminó la teología. Javier Luis tenía un espíritu emprendedor. Le gustaba la poesía. Le apasionaba la oratoria. Dominaba la taquigrafía, era un buen mecanógrafo y mañoso encuadernador. Como compañero, siempre estaba dispuesto a sacrificar por los demás sus fuerzas, su tiempo. Llegó a Barbastro el 1 de julio de 1936 para dar cima a su anhelo de ser misionero como su tío Vidal. El 20 de agosto fue detenido con toda la comunidad por los anarquistas y estuvo en el salón de los PP. Escolapios, acosado, rezando, recibiendo secretamente la eucaristía, animándose para el sacrificio de su vida. El argentino Parussini, compañero de cárcel, y que salvó la vida, explica que Javier le dijo: "Dígale a mi madre que, al ver una paloma, me he acordado de su santo y que deseaba que ella fuera a felicitarla en mi nombre"... Antes le había enviado, como cada año, el "versico", que le pedía su madre y que tenemos en el Museo de Barbastro, escrito a lápiz sobre un papel de chocolate: "La tierna golondrina / el nido de su amor buscando va; las rumorosas aguas del torrente / cantando van al mar, y la abeja recoge entre las flores / el néctar del dulcísimo panal. Así mi corazón en el destierro / suspira sin cesar por un amor lejano / que nunca morirá. ¡Amor eterno de mi santa madre! / ¡Pira de incienso ante el sagrado altar!

En la cárcel de Barbastro a 26 VII 1936

Javier Luis Bandrés cmf

El 18 de marzo escribía desde Cervera:"Yo he pensado muchas veces que la mayor dicha que pudiera caberme sería poder demostrar a nuestro Señor el amor que le profeso con la sangre de mis venas. Sería el fin más glorioso que podría dar a mi vida. ¿No les parece? En vísperas de su ejecución firmó la carta de despedida de los 40 últimos con su lema: OFREZCO MI SANGRE POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS. Fue fusilado el 13 de agosto de 1936, en el km. 3 de la carretera de Barbastro a Berbegal, con 19 compañeros más, después de rechazar la oferta del "Enterrador": "Si os quitáis la sotana y venís con nosotros, salváis la vida". En diciembre iba a cumplir 24 años.