El grato recuerdo que tengo del Padre Alba, con todas
sus enseñanzas y ejemplos, me lleva a dar gracias a Dios porque le he podido
conocer.
Y como muy acertadamente escuché decir a un señor: ¡No estés triste por que
el Padre Alba ya no está aquí, pues si nos ayudaba aquí en la tierra, cuánto
más lo hará desde el cielo!
A propósito, ¡qué bonito signo para nosotros que entregara su alma a Dios un
viernes a las 5 de la tarde! ¡Como San Ignacio de Loyola! Recuerdo que siempre
que alguien moría en viernes, el Padre Alba comentaba: "¿Os habéis
fijado? Hoy es viernes, el día del Corazón de Jesús. ¡Qué hermoso día para
morir!"
La Divina Providencia le envió para guiarme por el recto camino de la Verdad,
que es UNA. Supo transmitir lo que es ser católico de verdad. Amor a la
Santísima Virgen y a nuestra querida Patria, que es España; sobre todo en los
tiempos que corren, llenos de materialismo y mentira.
Recuerdo con cariño muchos momentos y, sin embargo, destacaría mi primer
encuentro. Como somos instrumentos del Señor, no sabemos cómo ni por qué,
pero un buen día nos damos cuenta de que Dios hace planes y muchas veces no
coinciden con los proyectos humanos.
Bien, en una etapa crítica de mi vida, me dirigí sin conocer muy bien nada
dentro del seno de la Iglesia, con un jesuita de los que se avergüenzan de
llevar hábito, y al desahogar mi alma con aquel cura, me respondió extrañado
por qué le contaba yo todo eso. Y con desánimo y asombro decidí no volver a
hablar con ningún sacerdote. Sin embargo, la Divina Providencia me indicó en
una Adoración Nocturna que debía consultar mi situación al Padre Alba, y
verdaderamente no sólo me escuchó varias horas, sino que me dio todo su apoyo
moral y material.
Y desde una perspectiva lejana puedo señalar que su actuación es fruto del
Amor auténtico que profesaba a Jesús y a su Santísima Madre. Y bien cierto es
aquello de que no podemos amar a Dios, que no vemos, si no amamos a nuestros
hermanos, que vemos. Y como dones son amores y no buenas razones, pude comprobar
con su ejemplo la verdadera caridad cristiana, esa que atrae porque procede de
Nuestro Señor Jesucristo.
Y doy gracias a Dios, porque gracias a sacerdotes como el P. Alba, de pies a
cabeza, que han tenido que ser heroicos para ser fieles a Cristo en los tiempos
que corren, la tradición verdadera de la Iglesia no se pierde. Y, de este modo,
en la Unión Seglar me han enseñado la verdadera doctrina cristiana.
Por eso creo que su ejemplo y todas las buenas enseñanzas recibidas en
Adoración Nocturna, en Ejercicios Espirituales, en retiros, etc... nos
servirán para serle fieles y poder servir y amar más a Nuestro Señor y a su
Santísima Madre, que es lo único importante.
Gema Pérez