Mi pequeña historia de católico está en gran parle
ligada al Padre Alba.
He estado junto a él desde 1966, aproximadamente, osea, 36 años.
Lo que más me ha impresionado o lo que más recuerdo de él... ¡son muchas
cosas! Yo destacaría su ejemplo y su sentido práctico.
Si le echaban de algún sitio (siempre por ser fiel a la doctrina tradicional,
por ser católico, como decía Guerra Campos) no perdía ni un minuto en
lamentarse y se ponía a montar otra cosa o a empezar en otro sitio Los
falangistas le llaman a eso "Inasequible al Desaliento". Pues en ese
sentido el Padre Alba les daba (nos daba) lecciones, porque eso lo hizo una y
otra vez, tantas como veces quisieron reducirle al silencio.
Nunca se rindió. Y supongo que eso les daba más rabia que nada a sus enemigos
(mejor dicho, a los enemigos de Cristo, que era a quien realmente querían
atacar).
Eso le sucedió en muchos otros sitios. Él siempre se levantaba.
Él nos enseñó a no hablar en las iglesias, una mala costumbre que hace que al
infeliz que pretende rezar se le impide la concentración por la falta de
caridad de los que hablan. Falta de caridad y de la educación más elemental,
por cierto.
Él nos decía que nos pusiéramos en los primeros bancos, que no hiciéramos
comedias de falsa humildad. O que siempre nos sentáramos en el centro de los
bancos para facilitar a los que vinieran después que se pudieran sentar. Son
cosas pequeñas, ya lo sé, pero es lo que más recuerdo.
Recuerdo su amor a la verdad y por ello su Santa Ira. Una vez íbamos juntos en
la Lambretta, por la calle Lauria esquina a Gran Vía, junto al Ritz. A un pobre
hombre se le estropeó el coche delante de nosotros y los de atrás empezaron a
tocar el claxon. El padre Alba se bajó de la moto y se giró hacia los que
pitaban increpándoles: "¡Burgueses! ¿No sois capaces de tener un poco de
caridad con los demás? ¡Un poco de paciencia..!" Se callaron, se fueron
desviando y nadie le dijo nada.
Supongo que esto puede parar su Proceso de Beatificación, porque ahora hay que
ser blandito y políticamente correcto, pero así fue: él fue el único que
obró bien y tuvo paciencia. Entre los dos empujamos al otro coche (de los
burgueses nadie se bajó a ayudar) y seguimos nuestro camino.
Otra vez, en la Ultreya de Cursillos a la que íbamos, casi todos los
trabajadores de SEAT, alguien le dijo al Padre que se diera un poco de prisa
porque por la mañana entraban a las 6. El Padre Alba se indignó (no contra
quien se lo recordó, sino contra forma de vivir actual) y clamó contra el
capitalismo que no considera al hombre como tal, sino como "medio de
producción", improvisando una charla en la que dijo que la línea de
producción no se podía parar, no se podían tener hijos porque los sueldos eran bajos, las
mujeres tenían que trabajar y no podían quedarse en estado porque las echaban.
Era más importante producir un coche que un niño, las casas eran pequeñas ex
profeso y así era imposible ni siquiera plantearse el tener una familia
numerosa.
Nos enseñó siempre a arrodillamos delante del Santísimo. Era fiel en estos
pequeños detalles. De él es la frase "si no hace genuflexión o es ateo o
es sacristán" y lo celebraba con carcajadas bastante ostensibles (otra
causa para no beatificarle).
Era generoso sin preguntar. Una vez, cuando yo tenia siete u ocho hijos, fui a
verle a la calle Diputación.
Hablamos de los tiempos actuales, de cómo me iba a mí, etc. Sin que yo le
dijera nada, me dijo: "Mira, me han regalado esto" y sacó un sobre
con dinero; no recuerdo cuanto pero creo que sería lo que ahora unas 100.000
pts. (no sé contar aún en euros) y me dijo: "Toma, llévatelo, que lo
necesitas". Y se quedó tan tranquilo.
Hizo lo mismo otras veces, pero como no lo necesitaba, así se lo dije. Era muy
natural, no insistía y lo guardaba.
No respondía a las calumnias ni a las murmuraciones: seguía trabajando. Cuando
hace ya más de 20 años, en nuestros principios, un grupo de la Unión Seglar
se escindió y dijo bastantes mentiras públicamente, en privado y por escrito,
se limitó a decirme: "Qué mentirosos son. Pobre gente", y no
contestó a ninguna de las calumnias.
La última vez que le vi y hablé con él fue el viernes 7 de diciembre en el
Colegio de Sentmenat. Hablamos de España y recuerdo esta frase: "Pobre
España. No tiene solución humana. Los políticos odian a la Iglesia y
destrozarán España. Tiene que intervenir Dios, Nuestro Señor. Es la única
solución. Lo que nos decía el Sr. Obispo (Guerra Campos). Esto sólo lo
arregla Dios, Nuestro Señor. Tenemos que rezar para que se acorten los
tiempos".
Luego el padre Turú no le dejó conducir (ya estaba enfermo) y él aceptó
humildemente que le llevaran diciéndome: "Ya ves. Ahora me mandan y tengo
que obedecerles", refiriéndose al P.Turú. Yo le contesté:
"Aguántese, Padre, que a mí ahora ya me mandan todos mis hijos". Nos
echamos, a reír los dos y se fue a la Residencia de la calle Palau.
José Fernando Silva