Desde lo profundo de mi corazón brota una continua
acción de gracias a Dios porque hace muchos años, puso en mi camino al P.
Alba..
Los recuerdos, un tanto difuminados, se remontan a los años en que yo empezaba
mi andanza escolar en el C.E. Atlántida. Recuerdo que cuando algún niño
gritaba ¡que viene el P. Alba! nos acercábamos corriendo a la verja del
colegio para ver de cerca como llegaba montado en su Vespa, con su sotana y con
una sonrisa en los labios. Venía a confesar a los niños mayores.
Pasaron unos años y me hice "mayor" fue entonces cuando me confesó
por primera vez y de sus manos recibí la 1ªComunión. Después vinieron años
felices de excursiones, juegos y enseñanzas en el centro de las Cruzadas.
Recuerdo con mucho cariño aquellas filminas de vidas ejemplares que nos
proyectaban los instructores y que tanto me entusiasmaban.
Poco tiempo después, Dios se llevó repentinamente al cielo a mi madre. El
Padre se ocupó de todo lo referente al funeral y recuerdo además un detalle
que nunca olvidaré, después de rezar un rosario por el alma de mi madre,
estando todavía en casa, oí como le decía a una de mis tías que se ocupara
de mi hermana y de mí. Aquello me sorprendió y después de reflexionar
largamente me di cuenta del valor de ese gesto, se preocupó por mí más allá
de lo que era su obligación, como un verdadero padre. Todavía hoy, casi quince
años después, me emociono al recordar aquello. También le tengo que agradecer
que desde entonces se preocupó del bien espiritual de mi padre.
Son innumerables las enseñanzas recibidas en las ultreyas, retiros, cenáculos
y sobre todo en Ejercicios Espirituales. Dios se ha valido del P. Alba para
alimentar mi fe y, ya que durante su vida no le agradecí todos sus desvelos
quiero hacerlo ahora. Gracias Padre por lodo ello y porque fue fiel y fundó la
Sociedad Misionera de Cristo Rey,.porque así su espíritu permanece vivo y bien
asimilado por todos sus misioneros que, sin excepción, son un ejemplo constante
en mi vida.
Margarita Juarez Nuñez