Jesús y María sean siempre en nuestras almas.
Muy estimado Reverendo en Cristo: Recibimos sus letrillas y le voy a escribir un
testimonio del servidor fiel de Jesús reverendo Padre José María Alba, en paz
descanse. Ante todo quiero darles el pésame a todos y ofrecerle nuestras
oraciones en nombre de toda nuestra Comunidad y agradecerles cuanto han hecho
por él, que Dios se lo pague.
En una de sus fotografías del último Meridiano Católico, su rostro
manifestaba ya una expresión de dolor que bien podríamos pensar en aquellas
palabras del Profeta Jeremías: "El Cristo crecerá a los ojos del Señor
como un arbolito y como un retoño que brota de una tierra seca, nosotros lo
vimos, nos pareció un varón de dolores que sabe lo que es sufrir, su faz
estaba como escondida." Dios prueba siempre a los que ama y hace sufrir
tanto en la tierra, a fin de que el cielo les parezca mejor a sus elegidos. Él
dice que en el último día enjugaran todas las lagrimas de sus ojos. Éste es
el testimonio que a Dios tanto agrada: "el ejemplo de su vida en un total
abandono en sus manos". Decía Santa Teresita que el amor puede suplir una
larga vida. Jesús no mira el tiempo puesto que ya no existe en el Cielo. No
mira más que el amor. Por eso puede estar al mismo tiempo, en la tierra y desde
lo profundo del Corazón de Dios realizar sus inmensos deseos de amor y de
apostolado.
Su caridad no tenía descanso, si tenía que desplazarse para bien de un alma o
alguna ayuda material para una obra de Dios, no dudaba en cumplirlo
inmediatamente, buscando remediarlo, y todo con mucha sencillez y alegría,
contemplando el rostro inclinado de Cristo que le urgía a darle amor por amor.
Lo que mucho me llamó la atención recién entrada en el Centro Juvenil es
cómo velaba por cada alma. Cuando hice los primeros Ejercicios Espirituales y
se me llamó entre las aspirantes a Hijas de María, no podía creérmelo. No
podíamos hablar y mi deseo era preguntar si había otras aspirante con el mismo
nombre, pues no salía de mi asombro y, ¡qué alegría cuando llegó ese
momento que yo no esperaba!
En uno de nuestros Ejercicios Espirituales nos dijo un Padre que "Jesús de
tal manera ha escogido el último lugar que nadie ha podido
arrebatárselo". Por eso su donación fue total, porque, como Jesús, quiso
ponerse al servicio de su Señor sin buscar recompensa, y con esa sencillez que
no puede separarse de la caridad y que sólo en Dios encuentra su reposo. Santa
Teresita vibraba con esa infancia de Cristo, "se ha hecho niño sin dejar
de ser Dios", y como ella, él no quería otra cosa que ganar los corazones
para su amor. Es la respuesta que recibió Celina de su hermana Santa Teresita
que le pedía unas palabritas de adiós en la víspera de su muerte: "Lo he
dicho todo... ¡todo esta consumado! Sólo cuenta el amor." Que a la sombra
del Corazón de Jesús nos alcance la gracia de amor, el sufrimiento y la Cruz,
que es el mástil bendito que lleva las velas del amor, fijos los ojos en
nuestro modelo, Jesús.
En Jesús y María pide su bendición su indigna hija y hermana.
María Francisca del Sagrado Corazón de Jesús, i.c.d.