Si hubiera tenido la oportunidad de despedirme del Padre Alba, le hubiera dado las gracias.
Gracias por haber vivido tan recta y ejemplarmente;
gracias por haber decidido seguir los senderos del Señor con tanta energía y
afán de entrega a los demás;
gracias por haber fundado una Asociación de seglares como la que me ha
enseñado a vivir rectamente;
gracias por crear en mí esperanza no en esta vida sino en la que Cristo nos
tiene preparada;
gracias por haber sido estandarte sublime de un colegio que me ha educado y
mostrado la verdad de la vida;
gracias por haber estado al pie del cañón cuando otros nos hemos derrumbado;
gracias por haber "provocado" tantas vocaciones, tanto religiosas como
matrimoniales; gracias por haberme castigado y reñido cuando lo he creído
injusto;
gracias por haberme humillado ante mis compañeros;
gracias por haberme aceptado después de que yo le hubiera dado la espalda
durante varios años;
gracias por haberme hablado claro y sin rodeos cuando lo he necesitado;
gracias por haber bautizado a mis hijos;
gracias por haberme perdonado mi egoísmo y mi pereza;
gracias por escucharme cuando me he decidido a hablar;
gracias por haber estado allí siempre que le he necesitado;
gracias por haber rezado por mí aunque no se lo haya pedido;
gracias por haber tenido paciencia con mis tonterías;
gracias por haber caminado delante de mí para que no tropezara;
gracias por haberme exigido lo que sí soy capaz de dar;
gracias por haber vivido cómo y dónde ha vivido;
Y hoy, desde aquí, también le doy las gracias:
Gracias, Padre, por estar intercediendo por mí y por los míos ahora desde el cielo.
Montserrat Clapers Arbós
Ex alumna del Colegio Corazón Inmaculado de María