EN BUSCA DE LA FE

Nunca hubiera imaginado antes de venir a Sentmenat el año pasado y de haber entrado en la Unión Seglar, que mi vida cambiaría tanto como lo ha hecho y como lo sigue haciendo cada día, después de los "bandazos" que hemos dado a un lado y a otro en busca de esto. Han cambiado nuestras costumbres, por supuesto hemos hecho grandes amigos y tenemos montones de hermanos en Cristo. Por ejemplo, esta frase que acabo de escribir, no hubiera imaginado que la diría hace un año, y todo viene por la influencia que en mí ha realizado una de las grandes obras de nuestro querido Padre Alba, que es la Unión Seglar de San Antonio Mª Claret.
Hace un año, mi vida era bastante "ordinaria", "rutinaria", "costumbrista" y acomodada. Quiero decir que no tenía un fin claro y definido como lo tengo ahora. Sí, sí profesaba el catolicismo, ya que las bases están ahí (nunca se olvida lo que te infunden de pequeño), y aunque ha habido en mi vida varios altibajos, siempre he acudido a nuestro SEÑOR y a la Virgen MARÍA, aunque, sobre todo, sólo fuera para pedir sus favores. Cumplía en lo esencial, Santa Misa y comunión los domingos y lo que me dictaba mi conciencia y mi base educativa.
Aquí, en la Unión Seglar, en el "regazo" del P. Alba, todo es diferente y mucho más fácil. Ahora me doy cuenta de que esto es lo que yo quería para mi familia y para mí, pero que es muy difícil de encontrar ahí fuera.
Lo que más me impresionó inicialmente del P. Alba al venir a Sentmenat fue su figura. Sus rasgos curtidos denotaban (a mí me lo parecía) una fortaleza excepcional. Al mismo tiempo, no comprendía cómo una sola persona podía llevar la carga de tantas familias, tanto material como espiritualmente, ya que me sorprendió que todo el mundo le consultaba "todo" a él. Esto hizo que me retuviera un poco, y buscara un momento (yo creía que menos agobiante para él) para conocerlo y hablar personalmente con él, aunque también es cierto que tenía bastante cuando lo oía hablar tanto en una homilía como en un cenáculo, reunión, etc.
Una de las primeras enseñanzas que aprendí de observar fue la humildad (aunque sea todavía para mí una asignatura pendiente). Esto viene de que mis estudios técnicos me han llevado a ser analítico, y viendo al P. Alba (todo un doctor de la Iglesia a mi parecer), con esa mente privilegiada, que no le diera importancia a su talento, rehuyendo siempre cualquier alabanza.
¿Cómo no voy a aprender humildad, si la he visto en todos y cada uno de los momentos de la vida del P. Alba?
Como anécdota, diré que por algún tipo de "intuición" me puse a dibujar un retrato del P. Alba. Difícil fue el momento en que lo acabé, y comentando con personas de la Unión Seglar mi intención de regalárselo personalmente a él, me indicaron tajantemente que lo rechazaría, ya que no quería ninguna gloria personal. Lo regalé a personas de la Unión Seglar, allegadas a mi familia, que sabía que lo apreciaban, mejor dicho, que lo amaban. En ese momento me di cuenta de lo que han llegado a querer al P. Alba los miembros de la Unión Seglar.
Si yo lo he querido por todo el bien espiritual que directa o indirectamente hizo por mi familia y por mí, puedo imaginar el amor que pueden tener la mayoría, que tantos años han disfrutado de su compañía, de sus beneficios, de su caridad, de su genio y figura y de su saber infundir lo que él quería, el espíritu católico y patriótico.
Unos días antes del día de la visita de padres al campamento, estuvimos cenando mi esposa y yo en casa de unos amigos de la Unión Seglar, aprovechando que nuestros hijos estaban en el campamento. Como es lógico, hablamos de varios temas y por supuesto de Dios y de nuestras inquietudes. Yo, por aquel entonces, no tenía claras muchas ideas, por lo de la analítica que antes he comentado, y expuse en la conversación mis dudas, mi falta de Fe pura, y mi interés por alcanzarla. Quedó la conversación en ese punto, sin salida hacia ninguna parte.
Llegó el día de visita al campamento. La Santa Misa la celebró el P. Alba. Cuál fue mi sorpresa, cuando empezó a predicar y me pareció que todas las palabras que decía iban dirigidas a mí, ya que el tema estaba centrado en la Fe, pero de tal manera que parecía que estaba continuando la conversación que hacía unos días había dejado en suspenso con aquellos amigos. Hasta ellos mismos me lo comentaron sorprendidos al acabar la Santa Misa. Aquellas palabras me hicieron mucho bien. Parece como si mi vida empezara o tomara otros derroteros desde aquel momento, poniendo más fervor en todo lo que hacía. Aquel día fue como el punto de partida, no diré hacia la santidad, pero sí hacia el entendimiento de las cosas de Dios y a tomarle gusto a la oración.
Por cierto, ya he dejado la analítica de lado en lo que concierne a Dios, pues así nos lo indica S. Juan de la Cruz, y más analítico que él no creo que hubiera muchos, y fue Santo.
GRACIAS, P. ALBA
Un discípulo que hubiera querido aprender más, más y más

Pedro González