Cuando tenía 6 años empecé a ir al Centro. Fue
allí donde conocí al P. Alba. Tengo muchos recuerdos de él en esa etapa de mi
vida, como por ejemplo cuando nos traía caramelos que le habían dado en el
avión, cuando nos explicaba cómo la Virgen María fue librada del pecado
original o cuando nos llevaba de excursión. Pero ahora os quiero contar cómo
Dios se sirvió de él para darme yo cuenta de mi vocación.
Cuando tenía unos doce años, la Unión Seglar de Palma se quedó sin sacerdote
y tiempo le faltó al Padre para ofrecerse a venir un fin de semana al mes a
estar con sus hijos mallorquines. El viernes por la noche había Adoración
Nocturna, el sábado por la mañana centro infantil, en el que normalmente
aprovechábamos para ir de excursión con él, y el domingo, Cenáculo. Recuerdo
cómo en todas las adoraciones el Padre me preguntaba: ¿Qué, Yolanda, cuándo
será el día en que te vendrás a vivir conmigo? Yo no hacía mucho caso de
esos comentarios, ya que pensaba que me decía eso como me podía decir otra
cosa cualquiera. Pero fueron pasando los años y el Padre me seguía preguntando
cada mes que cuándo me iría a vivir con él. Me llegó la época en la que no
me hacía tanta gracia que el Padre me dijera estas cosas, ya que me empezaba a
dar cuenta de que no me lo decía por decir, sino bien en serio. Empezó la
persecución. Claro está si hay persecución es porque antes había huida.
Primero dejé de confesarme en Adoración. Él me venía a buscar, pero yo le
decía que ya me había confesado hacía poco y que ya lo dejábamos para el mes
que viene. Lo segundo que hice fue dejar de ir a Adoración y a todas las
actividades que se realizaban ese fin de semana que venía el Padre. He de
confesar que no lo dejé todo con toda tranquilidad. Tenía muchos
remordimientos, ya que me daba cuenta de que el Padre recorría más de 400 Km.
en avión para estar con nosotros y yo no le correspondía. Así estuve más o
menos un año, hasta que un día me decidí a volver a Adoración. Lo primero
que dijo el Padre al empezar la reunión fue: Se felicita a Yolanda porque ha
vuelto a Adoración. Me dejó creo que dos meses tranquila pero después volvió
con la misma pregunta de cada mes, pregunta que a mí ya no me sabía mal.
El final de la historia ya se sabe, he vivido dos años con él y en estos dos
años me ha seguido sorprendiendo, como el día en que hablando con él en su
despacho me dijo: ¿Te acuerdas de la época que pasaste huyendo de Dios? Yo
pensaba que huía del Padre y resulta que me dediqué a huir de Dios. Al Padre
no le dolió que le despreciara cuando me venía a decir que me confesara o
cuando ni siquiera aparecía por la Adoración. Lo que le dolía es que
despreciaba Dios, Nuestro Señor.
Muchas cosas he aprendido de él a lo largo de estos años, pero,
principalmente, lo que más me admiraba de él era su gran amor a Dios y a su
Madre Santísima y su sed de almas. Si él no me hubiera "perseguido"
no sé lo que hubiera sido de mí, pero estoy convencida de que aquí no
estaría, ni estaría tan dispuesta a hacer lo posible a mayor gloria de Dios,
como él nos enseñó.
Ahora ya sólo le pido que interceda por su hija ante Dios, Nuestro Señor, para
que me conceda la perseverancia. Estoy segura de que me lo concederá, ya que si
aquí, en la tierra, continuamente buscaba el mayor beneficio para mi alma,
¿cómo no lo va a hacer desde el cielo? Reconozco que le echo mucho de menos,
pero estos pocos días que hace que ha fallecido ya me ha concedido unos cuantos
favores, por lo que empiezo a pensar que no está tan mal esto de tener tan gran
intercesor en el cielo.
Yolanda Castell Núñez